Para entender el doble peso debemos entender cómo se transmite la energía o poder en el Tai Chi Chuan.
Moméntum vs Cinética
Las artes marciales internas basan su poder en el momentum, es decir, en la fuerza lineal transmitida de nosotros al contrincante.
Es su objetivo el mantener y aprovechar el moméntum.
Cada una, a su manera intenta mantener esta energía alimentándola constantemente, como el operario de una caldera de vapor de una locomotora, tirando carbón constantemente para no perder el impulso.
Continuando con el símil literario, la locomotora, que es el moméntum , es común a todas las artes , el carbón que cada una usa es diferente.
El maestro Djurdjevic hace una excelente diferenciacíon técnica que yo me permito aquí interpretar.
El xing yi chuan lo hace mediante el uso de la gravedad, es decir mantiene el moméntum mediante la presión hacia abajo para «recargarlo» mediante compresión contra el suelo y su correspondiente expansión.
El pa kwa chan lo consigue mediante el uso de la espiral, mantiene el impulso modificando la extensíon y reducción de los círculos, como quien enrolla un cable en una enorme bobina, manteniendo la trayectoria lo suficientemente tensa como para mantener el efecto de transmisión del moméntum.
El tai chi chuan lo gestiona mediante la continuidad, lo que en cierta forma es el chan se jing o «enrollar la seda». Lo consigue contrayendo o expandiendo el centro, ya sea llenando o vaciando para mantener el flujo continuo de energía.
Si miramos la fórmula del momentum tenemos que es igual a la masa x la velocidad.
Esta es la gran diferencia con las artes marciales externas que usan mayormente la energía cinética.
En las artes internas el ataque trata de transferir la totalidad de nuestro peso al contrincante, independientemente de la velocidad. Por eso muchas veces le dice uno a sus alumnos que la técnica la hagan lenta, porque si a baja velocidad es efectiva, a alta lo será más.
Porque en TCC y en las demás artes internas, la velocidad no es una prioridad.
Sabemos que el TCC fue creado para usarlo cuando eres más viejo, lento y débil que tu oponente. Así que será el correcto uso de tu estructura corporal y tu relax el que hará el trabajo.
Pongamos por ejemplo dos bolas de billar impactando. ¿Quién no ha visto que aunque una bola sea golpeada muy despacio por otra, ésta se mueve igualmente y puede que incluso recorra un gran tramo por la mesa de billar?
Eso es porque una bola le ha cedido totalmente su moméntum a la otra.
En las artes marciales externas se trabaja más con la cinética. Es decir que se acelera un puño o un pié todo lo que se puede para causar un buen impacto. La fórmula de la energía cinética es la mitad de la masa x la velocidad al cuadrado, es decir, que la velocidad es el parámetro más relevante.
Así que más te vale ser joven o rápido o muy fuerte para que el golpe sea efectivo.
Si pensamos en dos pelotas de goma, para que una mueva a la otra, tiene que acelerar mucho, de lo contrario, por el tipo de superficie, habrá poco movimiento dado que se amortiguará el impacto.
En TCC, nuestra estructura corporal y nuestro relax nos transforman en una masa sólida que trasnmite, sin importar la velocidad, la fuerza al adversario, concretamente nuestro peso.
Si olvidáramos por ejemplo el relax y tensáramos los brazos al practicar un fuerte empuje, nuestros brazos se aislarían del resto del cuerpo, volviéndose amortiguadores (como la pelota de tenis) en lugar de transmisores de la fuerza aplicada (como la bola de billar).
Cuando eso pasa, los novatos empiezan a forcejar y los más veteranos solemos decirles «no uses fuerza» que es como decir «vuelve a reconectar todo tu cuerpo que sólo estás usando una parte aislada».
Doble peso, enemigo del moméntum
El doble peso no es más que el asesino del moméntum.
Detener el moméntum es dejar que se muera una oportunidad de alcanzar nuestro objetivo.
Un combate es básicamente un juego donde una ventana se abre y otra se cierra en el ataque y la defensa y tenemos décimas de segundo para usarlas.
Si pensamos en enrollar la seda (chan se jin), imaginémonos que tiramos de una barca por un lago. Si se rompiera la cuerda tendríamos que arrojarnos al agua, empalmar la cuerda regresar a la orilla y empezar de cero.
Lo mismo si cortamos el moméntum.
Es cierto que las artes marciales externas y los deportes de combate en su mayoría y al usar sólo la cinética, pasan interrumpiendo este proceso, en el cual se detienen y vuelven a empezar.
La filosofía de la NeiJiá (esuela interna) es diferente. Se basa en el flujo constante de la acción, un concepto muy taoísta la verdad.
Y muy efectivo.
Para aumentar su efecto, las AAMM internas no sólo trabajan con nuestro moméntum sino con el del contrincante, lo que hace multiplicar la potencia. Sin duda esto las hace mucho más sutiles, más duras de dominar (y por eso muchos dicen que son anticuadas u obsoletas).
El gran enemigo es el doble peso, ya que caer en él nos obliga a «resetear» toda nuestra intención, matamos el impulso y destruímos el moméntum.
Desde el punto de vista de la salud, romper la continuidad implica, si hacemos una forma en solitario, que nuestras articulaciones y músculos trabajen de más ya que anulamos la conexión entre movimientos y desaprovechamos lo que yo llamo, «la inercia controlada del TCC».
Desde el punto de vista del combate significa romper un ritmo natural que abre ventanas para que nos entre un ataque inesperado, desaprovechar nuestra energía y anular nuestra capacidad ofensiva-defensiva.
El trabajo estático donde corregimos el doble peso es apenas un inicio.
El doble peso debe revisarse en todo el cuerpo y dependerá de la acción de nuestro adversario dónde debemos poner o sacar, dónde deberemos vaciar o llenar.
En mi humilde opinión, los trabajos en pareja tipo San Shou o Da Lü son excelentes para ir desterrando poco a poco este defecto.
¿Cómo nos damos cuenta de que vamos progresando?
Cuando sentimos que no hay huecos en nuestra rutina de pareja, que el impulso se mantiene sin perder la raíz, que un movimiento da luz al siguiente sin esfuerzo y con buena estructura y ya más avanzados, cuando somos capaces de cambiar el ritmo sin perder la continuidad, escuchando la fuerza, adhiriéndonos, siguiéndonos en una espiral continua.